"El bien no falta allí donde abunda la injusticia"
OPINANTES│Por Juan A. Liranzo. - El movimiento verde ha tomado una forma impresionante. Las marchas tiñen las calles de verde como expresión del profundo descontento que siente la población por la clase política en general y que no omite oportunidad para dejarlo saber. La multitudinaria caminata del pasado domingo evidencia que el pueblo dominicano no ha perdido el sentido crítico ni mucho menos el amor por una patria que en ocasiones se desmorona moralmente. Pero el bien no falta allí donde abunda la injusticia y los revolucionarios de décadas pasadas hoy se visten de verde para insurgir con la fuerza que otorga el deseo de vivir mejor.
Sin embargo, el que observa imparcialmente el movimiento cívico no puede obviar que aquella gesta pacifica carece de dos elementos que pudieran dar al traste con todas las buenas intenciones que se orquestan en rededor del movimiento. Uno de ellos es evidentemente la carencia de un líder; la falta de un hombre verde que personifique las demandas sociales que impulsan al movimiento y, por otro lado, la falta de homogeneidad.
En las caminatas convocadas por la Marcha Verde pueden apreciarse personas procedentes no solo de distintas clases sociales sino incluso de diferentes organizaciones políticas. Se suele ver, por ejemplo, al empresario caminar junto al obrero o al perremeista marchar junto al “Sin Partido”, situación que revela la nula homogeneidad del movimiento.
Una de las verdades que atesoraban los marxistas era su particular apreciación de la historia, basada en el estudio materialista y científico de los acontecimientos sociales. Para ellos, la historia de la humanidad no era sino la historia de las clases sociales en constante pugna, cada una luchando por sus propios intereses. Por razones obvias, es inconcebible el amo sumado a las luchas de liberación de los esclavos a su cargo, o ver a los esclavos integrados voluntariamente al sistema de explotación de los amos. En la marcha verde las clases sociales se unen con el fin de alcanzar ciertas prerrogativas, pero difícilmente logren constituir un solo cuerpo por la diferencia de intereses y por lo desnivelado que se tornan sus motivaciones.
Otro elemento disociador en el movimiento verde es que una parte importante de sus agentes son militantes activos de distintas organizaciones políticas incluyendo al principal partido de oposición del país. En cada marcha convocada por los activistas del movimiento se pueden apreciar no solo a militantes de los partidos políticos conocidos en el sistema democrático del país, sino a sus principales dirigentes que, incluso en ocasiones, ofrecen declaraciones a la prensa desde la misma marcha.
Naturalmente, un movimiento social de la envergadura de “La marcha verde” puede diluirse si con el tiempo no toma forma de organización política, pero con la falta de homogeneidad y con la carencia de un líder que los represente, difícilmente aquellas ilusiones logren concretarse.
Los desafíos del país son muchos, y a veces nos da la impresión de que pocas son las personas que con honestidad están dispuestas a enfrentarlos. Esperemos que el movimiento verde continúe y que al final se constituya en una verdadera organización política homogénea que produzca las reformas estructurales que al país le hace falta.